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sábado

Imagíname feliz, imagínate un desliz sobre un tapiz. Ese es el recuerdo que quiero que conserves de mí. Nada de llantos, ni esos malditos "perdóname por odiarme". No me veas como aquella persona que quería huir, necesitaba salir de aquí, me estaba volviendo demasiado cuerda. No lo entiendo ¿Qué te molesta el vivir? Vamos a hablarlo que de esta manera solo se puede morir. Sé que mis contradicciones acabaron contradiciendo tus sentimientos. Tu tan "hago lo que siento en el momento" yo tan "hago el momento por que lo siento". Pero nunca quisiste ver más allá. Ni lo harás. Seguramente nadie lo haga, ¿no? Para que buscarle tonalidades al gris si podemos decir "claro" u "oscuro".  No sirve de nada divagar entre las esquinas de la memoria, la mente no está diseñada para soñar. No en esta vida que decidimos vivir. Supongo que será como esos versos que nadie quiere leer, las notas de un piano que nadie sabe tocar, la filosofía de un viejo cuerdo que acabó con su vida. Siempre quise tocar las estrellas y me hace feliz mi ingenuidad, las tengo en el techo de mi cama, tan brillantes, tan incandescentes... Me hace feliz verlas antes de acostarme, aunque no sean de verdad. Y ya estoy desvariando. ¿Qué hago? ¿Hablo de amor, desamor, estrellas, recuerdos? Me estoy volviendo loca por momentos.. o quizás no. ¿Por qué carallo mi mente tiene que ser tan fugaz? Me vienen tantas cosas a la cabeza y realmente no soy capaz de plasmar ni una. Solo hablo de todo pero no hablo de nada. Creo que me gustaría estar colocada. Extraño ese momento de paz que solía tener tras varias caladas, como parecía que la sangre no se me oxigenaba. Por lo menos dejaba de pensar. Si es cierto que soy una persona sentimental y que estoy necesitada. No en ese aspecto, seamos claro. Pero si necesito un roce, un abrazo. Y lo escribo mientras mi gato, con la cabeza medio colgando escucha el latir de mi pecho y encaja su pata entre mis dedos. Siempre me fascinó la inteligencia de los animales ¿Qué clase de inteligencia? Eso que yo no puedo hacer. La capacidad de crear vínculos, afectos y sentimientos. Pero únicamente lo hacen al ganar confianza, cuando pasan meses y años, y saben que esa persona nunca se irá de su lado. Agradezco esas tardes de verano en las que cuando él ya no estaba, cuando se ausentaban las siestas mientras yo le acariciaba la barba, venía el maldito felino a hacerme compañía. Le sustituía en mis siestas (nuestras siestas). Y se lo agradezco. También le agradezco la compañía en noches como estas, en las que seguramente acabé sin dormir, llorando, seguramente. Nunca tuve trastornos de sueño. Hasta que te conocí. Hasta que decidí pasar las noches en vela por verte dormir.

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