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miércoles

Podría morir en este instante y no sentiría dolor. Podría nadar entre sueños y lo único que tengo son recuerdos. De un día para otro, podría declarar este amor muerto. Y es que el anillo que un día nos unió se volvió negro. Cucharas verdes en forma de ritual, vidrios en los ojos y sin siquiera pensar. Subir una cuesta en coche, con su compañía, o lo que fuera eso, y recordar el primer momento de nervios que viví junto a él. Yo una cría, el tan normal, vamos a quedar para comer. Y juntos bajamos la calle en dirección a la universidad. Fue de esos días en que las clases se vuelven eternas. Sollozos, me lo aguanto, veo la luna en lo alto y casi me rompo. Silencio.

Más dolor, su dolor. Se rompe en mil pedazos lo que queda de los mil pedazos de mi corazón. Me está matando verle de esta manera. Impotencia. Y quiero llorar. Solo le quiero abrazar. Pero no vamos a engañar, quiere estar solo y, si tuviese que estar acompañado, no sería ni siquiera el segundo lugar. Extraño tanto nuestras pequeñas conversaciones, ahora se han convertido en largos silencios. Y la duda de nuestra amistad, queda en un supongo que nunca podré aceptar

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