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jueves

Es maravilloso saber que aquello que un día diste por perdido renace de entre las cenizas que dejó el pasado. Me dolía mucho saber que el amor no quería darme una oportunidad, buscar juegos de azar, equivocándome constantemente, queriendo poseer algo que nunca me iba a pertenecer. Siempre negué la existencia de los errores y ahora, más que nunca, puedo afirmarlo con una gran sonrisa. Si no me hubiese divertido con el equivocado, jamás hubiese conocido al adecuado. A este gran caballero, que prefería conocerme antes que verme, que si me tenía enfrente era para perderse en mi mirada y jugar con mi sonrisa. Esa sonrisa que nació de una fabrica que creó en mi rostro para su consumo propio. Pasar la madrugada en vela solo para leerle las palabras, inconsciente de que siempre tomo la medida para dos cafés. Que cuando cae la noche los cigarros saben bien si me imagino su rostro a mi lado. Los detalles de llevarme a un baile que solo conoce la sinfonía del silencio, la magia del primer beso y esa manera tan rebuscada de hacerlo. Los días se convierten en sueños, desaparece poco a poco los miedos pero nadie es capaz de quitarme los temblores de solo imaginar lo que es tenerle. Tenerle cerca, muy cerca, con cada latido y cada respiración. Y me calman tanto sus palabras, y me asusta lo que vaya a ser. Pero le quiero solo a él, tengo poco que ofrecer pero estas son mis cartas y las apuesto todas. Jamás creí que existirían los bichos raros, tan contradictorios menos el uno con el otro. Locos pero a veces cuerdos, vagabundos de letras y soñadores de sentimientos. Dueños de sonrisas aunque el tenga más mías, felicidad en pequeñas alegrías...

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