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miércoles

Your Stupid Face

Hace prácticamente un año que todo cambió, que yo cambié. Admito que me volví una cínica, que dejé de creer. Sé que me cerré y dejé de tratar con las personas. Hasta que unos pocos me convencieron y demostraron que amaban mi personalidad, que sabían que había algo más que una simple fachada, un corazón fuerte y lleno de calor. Y a ellos se lo agradezco. Dejé de escribir, dejé de fotografiar, dejé de besar, dibujar, de montar, dejé de tener esperanza en los demás. Me cerré tanto que dejé de creer, dejé de hablar de ti y jamás expliqué el porqué. Por eso nadie conoce la verdad. Y me alegro. Hace prácticamente un año que no he vuelto a querer a nadie. Hice tantas veces el imbécil que no sabría decir hasta que punto me arrepiento. Normalmente creo que los errores no hay que negarlos, que forman parte de nosotros pero esta vez, me arrepiento. Me duele no volver a ser la misma, negarme a dar a conocer mi mundo por miedo a las de perder. Por no volver a creer en nadie, por no volver a querer a nadie. No hay dos abrazos iguales, no hay besos comparables ni caricias tan excitantes. No hay nada comparable a lo que sentí. Sólo se asemeja a las montañas, a esas incontrolables ganas de vivir. Sólo ahí soy capaz de sacar mi lado salvaje, de respirar y aunque intente remediarlo, de acordarme de ti.

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