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miércoles

A veces te echo de menos

A veces te echo de menos. Cuando caminabas por los muros como si fueras un equilibrista. Con esos andares tan risueños y con tanta confianza que sabías que no caerías. Te recuerdo con una sonrisa, por suerte eso no ha cambiado. Creo. Cantabas a pleno pulmón aún sabiendo que lo hacías mal. Te enamorabas de las almas, hasta las entrañas, te enamorabas de desconocidos solo por sus gestos. Tenías ganas de soñar y nada te parecía imposible. No soy capaz de entender cómo no se me pegaron tus maneras, solo conservo las manías. Solo heredé tus miedos, y aún los tengo. Tenías tantos pájaros en la cabeza que pensé que echarías a volar. Hablabas del amor como si fuera un arte y decías conocerlo de primera mano, que los artistas más carismáticos te habían enseñado. Robabas besos como robabas sonrisas, a diario. Porque decías que no hay mejor manera de vivir que hacer que el mundo se sienta amado. Cuando veías a los animales correr y a los pájaros cantar te emocionabas, siempre los señalabas. Tenías esa euforia al hablar que más de una vez me lleve un susto. Porque pensé que se me escapaba el corazón del pecho. Siempre veías la bondad. Me gustaba cuando sacabas el lado bueno de las cosas, incluidas las personas. Nunca perdiste la esperanza, ni siquiera en balas perdidas que se dedicaron a hacerte daño. Siempre tuve esa duda de cómo tú, a pesar de tantos años, tantas emociones y dolor seguías conservando tus recuerdos intactos. Me decías: prefiero recordar a las personas como aquellos junto a los que me sentí amando,con sus virtudes, sus buenas intenciones. Que para ti recaía un gesto bueno sobre todos los malos. Como cuando me hablabas de su sonrisa a oscuras y parecía que solo tú podías equilibrar ese brillo en tus ojos. Parecía que contabas cuentos a todas horas y no eran más que cicatrices de todos aquellos que te habían dejado de lado. Y aún así, seguiste luchando. Apostaste por ellos, mantienes su recuerdo intacto. Antes creía que serías capaz de hacer que en un mundo de cuerdos brotaran tres locos. Donde pensé que me quedaría. Y ahora eso ha cambiado. Quizás sea la distancia o la madurez. Pero a veces, te echo de menos 


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