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miércoles

Y me dió...

No sé si será así pero no lo puedo ver igual. Cada uno está dónde ha decidido estar, caminamos con la compañía que hemos decidido compartir, derrochamos sobre lo que afirmamos amar y vivimos la vida que hemos decidido vivir. Nuestros hábitos y conductas definen nuestro carácter, los pequeños detalles, la manera de evadirnos, la dependencia a ciertos caracteres, nos hacen únicos y a la vez vulnerables. Y he de decir, que me siento débil a pesar de estar sentada en la roca más alta observando paisaje, me siento insignificante aún tratando de hacer crecer a mi mente viendo como soy, ahora y siempre, un ser insignificante ante la naturaleza. Es curioso como veo un vínculo prácticamente imposible basado en la libertad y la esclavitud. Uno se hace siervo, esclavo de cuidar de ella y y ella a cambio nos regala las maravillas que la componen para que las disfrutemos libremente con responsabilidad.
Mi dependencia es poder disfrutar de una buena compañía dejando de lado todos aquellos pensamientos que atormentan mi cabeza disfrutando de unas vistas que me ciegan tanto, que no necesito pensar. Quizás las sustancias psicotrópicas marquen un gran papel en estas sensaciones pero ante todo, es el hecho de olvidar por horas que ahí afuera hay un mundo y unos problemas que no necesitas oír. No en ese momento. No bajo tanta sensanción. Quizás fueran insensateces innecesarias pero me hicieron comprender que en la vida no se puede estar quieto. Me gustaría olvidar un poco lo que pasa a nivel global. Me gustaría olvidar lo que pasa a nivel personal. Y respirar de otra manera incosciente de si sube la marea. Y encontrarme en lo alto incosciente de lo que pueda suceder abajo.

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