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sábado

Un poco de él, de ella, de ti, de mí, de nosotros, de vosotros...

Hoy no tengo excusa y además lo tengo claro, no puedo intentar dar vueltas ignorando el por qué. La Segunda Guerra Mundial, tal y como la explican, paso por paso, parece un chiste, no lo qué pasó, si no cómo actuaron esas “grandes potencias”. Mira que no entiendo de poder ni políticas, pero creo que no hay cosa más estúpida que la que pasó entonces. O quizás sí, sí que existe, y está pasando, puede que no a nivel mundial, pero está. Que se reflejen tantas palabras en un día no tiene excusa, ya lo sé, pero he vivido unos acontecimientos muy importantes en estas 24 horas. Quizás haya sido ese perfume que creía haber olvidado o una voz, que siempre sabe como tranquilizarme, unos brazos que saben rodearme mezclando besos de abuela y algún que otro en los labios. Ya es tan normal que para mí no tiene remedio. ¡Lo sabía! Eras la clave a mis problemas, a mi malestar vital, a mis humores rabiosos y las ganas de llorar. Eras tú, la persona que desperdiciaba las horas sentada a mi lado escuchando cosas tontas como que lo odio, que no lo soporto, que o tiene sentido,que hay veces que simplemente me iría pero sé que no puedo porque de tanto que lo 0dio, he acabado queriéndolo tanto que lo aguanto.
Bueno, creo que me faltabas tú recordándome que estoy loca y que acabaré matando a alguien, a alguien refiriéndome a yo, ¿Suicidio? Esa no es la palabra, simplemente tanto tú, como yo, sabemos que mis pensamientos me superaran y no me mataré, trataré de matar mi cabeza a base de golpes contra la pared. Soy así ¿Insoportable, verdad? Pero aún así nunca te has ido de mi lado. ¡Qué decir! Veinticuatro horas intensas con retorcimientos de dolor, temblores extraños y malestares físicos en general que simplemente se medicaban con sorpresas inesperadas y algunas esperadas. Y me encantan. Extrañaba sentarme en un banco y poder mirarte a los ojos. Aunque bueno, hay casos en los que vas de guay con esas gafas de sol. Maravilloso, es solo una palabra que lo abarca todo. Bueno, y quizá hoy, de tanto mirar unos ojitos verdes que pensaba haber olvidado, haya decido algo. Porque sabes, son diecisiete
añitos los que voy a cumplir y me siento una niña encerrada en el cuerpo de una mujer. Aún tengo la esperanza de que nadie me arrebate mi deseo de tomar un cola-cao a las seis de la tarde, que sí un día me quiero tirar a una piscina de bolas, que nadie me mire mal, y si un día quiero una muñeca, espero que se rían y me la co
mpren. Si me apetece ponerme un vestido de flores como las cortinas de mi abuela espero que no me miren raro, ya sabes, simplemente son detalles tontos que nunca evitaré. Espero que nadie se enfade si un día le tiro un cubo de agua a la cara sin ser el momento y sin tener sentido. Me gustaría que la gente sonriese al ver que soy yo la estúpida que anda haciendo equilibrios y malabares solo para sacar eso, una jodida e insignificante sonrisa para el mundo (tan significante que representa
el mundo para mí). Yo solo digo que soy feliz de ser quién soy y que da igual todo, los años que tenga, como si es el 21 de diciembre de 2020 y yo estoy en puerta de Brandemburgo a las diez de la noche comiendo algodón de azúcar. Me es igual, es más, me encantaría. Y ahora piensa ¿crees que te necesito? ¿qué tienes que volver? ¡Chan-Chan! A Conciencia tuya. Mi respuesta en insignificante ante tú montón de dudas. Espero que vuelvas (si es que te has ido), espero que me necesites (yo te necesito), espero que sientas (porque yo casi nunca lo digo) y que si vienes a verme, no lo hagas sin una caja abstracta con sentimientos definidos, que se puedan ver. Con respuestas, que no me dejes con la duda y menos me vengas con preguntas si no has respondido al dilema. Y si lo haces, yo no te preguntaré, haré lo que mejor sé hacer con mis brazos y es rodearte, rozar con las manos tu cuello, y entonces, no preguntaré, solo responderé. Si nadie ha sacado nada en claro, si tú no lo has sacado, mal lo llevamos. Pero me da igual, al final, acabarás hablando. Mientras esto está pasando yo me paso las horas en la terraza, estirada, luchando con un dolor indeterminado pero eso no significa que no esté sonriendo, es un dolor físico, nada personal. Ahora tengo un dilema, y creo que tú me sabrías responder: ¿Cómo podrías curar un corazón que no se da cuenta que está roto?


Si estás en pie con tu maleta pero no puedes subir al tren, todo está igual que como lo dejaste. Yo aún no he dormido y si ahora te cubres la cara, pero ni siquiera puedes ocultar el dolor, todavía pongo dos platos en la mesa pero como sin ti. Si la verdad es que eres un mentiroso entonces di tan sólo que estás bien. Estoy durmiendo en tu lado de la cama volviéndome loca ahora y si tú estás por ahí tratando de seguir adelante pero algo te hace regresar otra vez, yo estoy aquí sentada intentando convencerte como si estuvieses en la misma habitación. Y desearía que me ignoraras y desearía que aún pudieras hacérmelo pasar mal y desearía poder desear todavía que esto no hubiese empezado, pero aunque desear sea una pérdida de tiempo, aunque yo nunca pase por tu mente, dejaré la puerta sin el pestillo por si alguna vez vuelves. Habrá una luz en la entrada y la llave debajo del felpudo. Habrá una sonrisa en mi cara y la tetera encendida, y será como si nunca te hubieras ido. Y al dejar mi puerta abierta arriesgo todo lo que poseo, no hay nada que pueda perder en un robo que tú no te hayas llevado. Si son las paranoias lo que recuerdas o las cositas que echarás de menos, sé que estás por ahí en algún lugar, así que tan sólo recuerda esto. Porque lo sabes, nunca te has ido.

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