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viernes

Escribir a estas horas solía ser lo más normal del mundo, el simple hecho de coger el móvil y escribir, escribir hasta que se cansen mis dedos. Con el tiempo viejas costumbres vuelven, quizás entendí que era necesario un sentimiento. Y es que le quiero, le quiero y le quiero... Difícil de creer o no, me da igual, los que me conocen lo juzgarán como un romance pasajero. Pero yo lo quiero, le quiero y quiero que aguante. Por qué es tan natural que no necesita de esfuerzos, el verle a diario es como una droga, la conclusión de que pasan las horas y si no se de él siento que me falta el aire. No para espirale, no para saber con quien está, sólo para saber que está bien, que sigue con la misma sonrisa con la que le deje. Con la que me dejó el a mi. Con la que aguanto hasta que me la renueve en nuestro próximo abrazo. Nos ven y hablan, juzgan sin saber pero eso me es indiferente, quiero y le quiero a él. Pasan los días, a veces las semanas pasan como años y llamenme loca pero me da la sensación de que llevo una vida con él. La sonrisa de mi mente al verle hablar igual que mi padre, verles a los dos, tan iguales, con las mismas ilusiones y sueños. Y es que es una buena persona, tan buena que vivo con el miedo de que un día se de cuenta de que merece algo más, que necesite algo que yo no le pueda dar. Que se canse y eche a volar. Pero lo veo, le quiero, me repito tanto por qué al fin y al cabo no me creo que sea real. Imagino y pienso, y digo, quiero vivir, quiero una vida y la quiero junto a él. jh

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