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jueves

Gracias

Siempre que me enfado con la vida, exactamente, conmigo misma, cuando empiezo a odiarme, apoyo la sien en la pared justo a la altura perfecta para que mis ojos puedan leer: Para un mundo visto por lentillas de cristal, para los atardaceres naranjas, y los caminos que llevan al sol. Para una vida en 35 mm, y para los que caminan sobre una tabla con ruedas en lugar de piernas. Para los momentos en los tejados, fumando tabaco de liar encendido con las luces de las farolas. Para el piar de los gorriones y el andar de las palomas. Para un cuaderno, un bolígrafo y una mente que se vacía a medida que se llena el papel. Para un planeta que no morirá sin que escribas el último punto final de la última frase. Para los ojos azules y las pecas sobre la nariz. Para los oídos que escuchan y los labios que hacen algo más que hablar. Para los ceniceros que se llenan, los cafés que se vacían y las tartas de colores. Para los que vienen, los que se quedan y los que se van. Para un mundo visto por lentillas de cristal.

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