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lunes

Hablemos de amor. Resulta gracioso. Creo que no soy quién para hablar de este tema, de hecho es ridículo. Pero he estado pensando y llegando, poco a poco, a pequeñas conclusiones. Todo empezó hablando sobre helados. Que me gustan los de vainilla pero siempre escojo los de chocolate. A mi me gustan los de chocolate-vainilla pero para mi decepción, no existen. O eso me dicen. Todo empezó cuando compartí esta teoría y por un momento, pensé que me daba un vuelco el corazón.

Empecé a creer que el amor es sentir protección, es "perfección", confianza, sentir que no hay un "dos". Pero no es así. Una relación no se puede basar únicamente en las palabras, pensé que es que te frenen los pies cuando algo tramas, que te riñan cuando las cosas no salen como esperabas. Pensé que era sentir que había siempre alguien ahí, velando por ti.

Pero no. El chocolate-vainilla es aquel amor que se ríe de ti cuando la cagas, son esas pequeñas personas que te llevan a otro mundo. Son ocupas de corazones, de los que dudas si se quedarán hasta el final de la función. Son peleas, risas, son caídas y que no te vayan a levantar. No es mal, es dejar crecer. Es libertad. Es todo pero a la vez nada. Es familia y a la vez una persona que matarías sin que te pagaran. Es tranquilidad, pero tampoco sin parecer una pareja de cincuentones, más bien es que saquen tu lado salvaje. Y existen, los helados así existen. El problema es que nadie busca bien.

El problema es que si lo conociera, tampoco iría a por él. Por que soy una persona incapaz de creer que merece algo/alguien así. Pero me quedo con "Pereza" y los empujones que me da para que toda esta información salga de aquí

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