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viernes

Me quedaré con el mal sabor de siquiera haberlo intentado

Todos, humanos e inhumanos necesitamos de vez en cuando abrirnos, si hace falta a un desconocido, ebrios de verdad. Apartar nuestros miedos y mirar a unos ojos que no vuelvan a recordarte para decir “este soy yo y no sabes que privilegio te estoy regalando” porque quizás nadie lo haga jamás. Hablas sin sentido admitiendo cual es tu mayor error, que odias lo que eres, harto de reprimir tanto dolor sin ser capaz de admitir que no tienes fuerzas de seguir con el odio acumulado, la sangre derramada que dejaste caer y las lágrimas que hiciste malgastar. ¡Oh! Y ahora dime ¿Y de que sirve desahogarte? Fuera de tus principios y lo haces con un desconocido… Quizás quieras darte cuenta de que has estado equivocado durante tanto tiempo, que no existe ningún botón que anule los sentimientos. Ahora, admítelo, pero dímelo a mí, mírate al espejo y dí: estoy destrozado, me estoy muriendo por dentro volviendo a vivir de un mísero recuerdo.

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