No puedo verle igual.No a cómo lo hacía antes. No sabiendo lo que hay. Ahora, más que nunca necesito su contacto, acariciar su piel. Ahora, más que nunca, me tiemblan hasta las pestañas cuando le tengo cerca. Tanto que me entran ganas de llorar, sin saber porqué, así que aparto mi mirada, rogando que suelte mis manos y que no pueda notar su respiración. Por qué ahora siento que soy débil a sus ojos y, acabará sabiendo que puede matarme con solo rozarme. Al igual que el solo aprendió que desaparecen mis miedos al tenerle a dos centímetros de mi cuerpo para centrarme en un solo deseo: el querer beber de ese beso. Ahora más que nunca sé que quiero que se quede, para "siempre" es una palabra muy grande, pero sí hasta que nuestra felicidad se agote. Podría estar molestándole hasta el fin de mis días o estar acurrucada en su pecho hasta que deje de respirar. En eso consiste la comodidad. Cada día que pasa, aumentan los detalles y hay tantas cosas de las que querría hablar. Me quedo con que no leerá esto. De todo lo que he escrito habéis ido a mostrarle lo peor. Os lo agradezco. Por varios motivos que quedan por concretar.Y las gracias, debería dárselas a aquella persona que, a pesar de la distancia, sigue manteniendo la fe en mí. Que sabe que mis actos, a pesar de estar mal calculados, son los acertados. Y que si hablo, lo cuento, es que de verdad lo siento. Te quiero.




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