Pages - Menu

lunes

Ahora estará en París

No sería la primera vez que me gustaría escribirte. Pero no va a ser así. Haré como siempre, escribiré sobre el amor, la amistad o lo que me depara el destino aunque cada letra, sea por y para ti. Más de una vez me siento en un parque jugando con el humo del cigarro (cuántas veces dije "la última vez") y recordando que hago aquí. O mejor dicho, cómo llegue hasta allí. Y pasa el tiempo, y sonrío. Soy feliz. Quiero decir, ¿qué más puedo pedir? Quizás lo de siempre: Tiempo. No es verdad. Todo el mundo sabe lo que digo, todos ven como actúo pero como bien me descifraron, nunca se sabe lo que en realidad estoy pensando. Curiosamente nunca lo sabré. Sólo sé que sé como lates.

He estado tumbada en tu pecho, he despertado con tus ojos aún cerrados y mi alma muriendo. Sé que te pienso más de lo necesario y más de lo que imaginas, si es que a veces me piensas. No te puedo odiar. Y me odio por ello. No vale la pena soñar pues los soñadores nunca llegarán más lejos que a los alrededores. Con su cielo tan lejos. Yo he llegado a creer que lo he rozado con la punta de los dedos pero parece ser que siempre hay alguien tirando desde abajo haciéndome volver a la realidad. Sé que esta semana he llorado y no me avergüenzo de ello. Creo que es bonito reconocerme a mi misma que aún tengo sentimientos. Que no es de verdad aquella niña que se acuesta a ciegas, que se ha perdido en una cama que no es la suya porque siempre que se va piensa "¿qué hago yo aquí?". Pero supongo que soy feliz. Siempre supongo, dar por supuesto los hechos es equivocarse, o mejor dicho, desesperanzarse. Y ahí estás tu, todos los días, vagando por mis recuerdos en cada camino que voy dibujando con mis pies. Cojo el tren y pienso "¿por dónde estará él?". Qué más da. Cometí mil errores y los voy a admitir, sabiendo que no tendré ninguna recompensa, que nada volverá a venir. Pero no pasa nada. Estoy en paz. Aunque demuestre lo contrario cuando sonrío a medias donde solías estar.

Más de una vez he pensado "¿alguna vez has llegado a amar?" y siempre me respondo: "una vez y media". La primera vez fue hace años y no murió en vano. De hecho sigue latiendo, aquí en el pecho. Lo veo en fotos porque no me atrevo a verlo. Soy capaz de leerlo en frases de Rafa Pons, lo veo cuando mi cantautor favorito cita a Sabina y me adelanto a decir "puntos suspensivos". También soy capaz de escucharlo en labios de otros, cualquiera que pueda informarme porque soy como un sabueso buscando trufas y tu eres mi premio. No debería avergonzarme ¿no? De hecho, son las fases de los sentimientos. Digamos que nunca he sabido amar, dejémoslo así pues cuando quería un beso he dado un puñetazo y mordí cuando quise un abrazo. Y a lo tonto, fui egoísta y nunca fui capaz de decir "hasta aquí". Soy mala aceptando el "no" como respuesta. Y así pasó. Vivía en la calle del arte, por eso mentía tan bien, vestía elegante y solía morder después del perdón por los bailes. No digo que fuera un infierno, el infierno vino después. Y así fue. No me queda más que seguir paseando por los rincones vagando recuerdos que no volverá, lo sé, ni quiero que lo hagan, aunque si quisiera seguir viviendo los. Pero cometí un error, bueno, varios y aquí estoy pagando los. Es lo justo y hago lo mejor para sobrellevarlo. Cómo si tengo que continuar con el ritual de agua salada de cada dos semanas, ¿o tres? Perdí la cuenta.



Ahora estará en París removiendo el mar, dentro de otro cuerpo en lo alto de una torre y pienso en los besos que le di,  en los versos que no eran ciertos. Fuimos un jardín de rosales viejos,  puro fruto de un veneno lento que sabe bien, y no sabremos que hacer si nos cruzamos, quizás te levante la falda cada vez que llueve lo provocan tus caderas bailando a la vez con la marea baja que se te olvidó en la cama. Una mujer cabal creyó que la pasión no muere y fue a matarnos la duda antes de que otra luna nos vistiera. Una mujer fatal salió de mi vida al jardín, ya ve,s y le deseo lo bueno,  un vestido de besos que no tiemblen con su piel. Ahora dirá que el deseo es un mar con naufragio que el tiempo, que avanza corsario no es malo,  que hay lazos que amarran a tierra y pido otro vaso.  Que no arañé su espalda,  que destrocé su corazón,  que ni le di las gracias, que habrá otros hombres como yo la están creyendo en un hotel,  lo que me duele es no ser yo. Ahora estará en París regando flores, navegando de aquí todo bien, en el mercado vendió con mi permiso una mujer tu copia de las llaves. Sales hoy en la prensa negra de bar,  en el balcón ya murió la planta que te hacia llorar de risa cada tarde. Una mujer y más que fue me prometió familia y no tengo más que alacenas repletas de ron añejo y frases. Una mujer perdió razón del golpe que se dio al caer de lo alto de una nube,  ahora soy yo quien sube a verla y no la he vuelto a ver




Nunca lo dije: Lo siento

No hay comentarios:

Publicar un comentario