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viernes




Me gustan los amaneceres que se tornan de un color vainilla. Son pequeños momentos en los que tu cuerpo aún está entre la vida y la muerte, cuando los latidos son suaves por no decir sordos y únicamente puedes dejar la mente en blanco o pensar en algo, algo demasiado fuerte. Piensas en porqué el cielo tiene esa luz tan maravillosa, imaginas si el sol está cansado de derrochar luz cada día sin que apenas la aprecien y si tiene ese sueño como el que tu posees. Son mañanas en las que te pones a imaginar dónde están esos dedos que encajan perfectamente entre los tuyos. ¿Sabes? Aún no entiendo cómo, a pesar del frío, a los gorriones les encanta tanto la nieve. Me gustaría entender porque el ser humano a veces tiene necesidades tan insanas, es decir, hay cosas que realmente no necesitamos pero nos encaprichamos y las conseguimos sin saber si realmente deberían estar allí. Hay miles de preguntas sin respuestas así que me dará igual, disfrutaré como siempre, a mi manera y sonreiré en un mundo repleto de dolor.

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